Nombre: Adriana Herrera Malaver
Nacionalidad: Venezolana
¿Dónde naciste? Nací en Maracay, aunque mi mamá,
papá, tías, tíos, abuelas y abuelos son de la isla de Margarita.
¿Qué cosas en tu niñez te inspiraron para
convertirte en ilustradora? Mi hermana y mi hermano mayor estudiaban pintura y yo quería hacer lo
que ellos hacían. Todos los años pedía en Navidad algo relacionado con la
pintura y casi siempre los regalos que recibía eran libros para colorear,
creyones y marcadores. Teniendo cinco años gané el segundo premio de un
concurso en el que me inscribieron mis maestras de pre-escolar. Hice un dibujo
que se llamaba “Mi papagayo”, el premio era de 10.000 Bs., una alcancía con una
danta (eso me gustaba) y una muñeca “Ejecutiva” (que no me gustaba); todos los balones
de fútbol se los dieron a los niños y no había premios relacionados con
creyones, pinturas o marcadores.
¿Qué libro relees, qué autor? Suelo releer poesía venezolana y
latinoamericana. Los libros ilustrados que uso como ejemplo para las clases de
diseño los leo y releo antes de proponerlos. El Principito de Antoine de Saint- Exupèry es
uno que quisiera releer en estos momentos.
¿Qué libro no pudiste terminar, y por qué?
La Perla de John Steinbeck, para el
momento en el que empecé a leerlo tenía como 13 años, no pasé de la segunda
página, era mucha tristeza en pocas líneas. Me da pena admitirlo, pero lo mismo
me pasó con La Metamorfosis de Kafka.
¿Qué autor no te gusta? He tenido la fortuna de leer los
que me han gustado, suelo llegar a los libros por recomendaciones o por toparme
con ellos (tanto con los libros como con los autores) y suelen ser acertados.
¿Cuál es tu ilustrador preferido? Recientemente conocí a Cristina
Müller y se puso rojísima cuando le dije que quería ser como ella “cuando sea
grande”. Me encanta el humor de Peli y la labor de Sancho, las texturas de
Mazena, el movimiento de Arturo Moreno Salvador y de José Castillo y la visión
de Bárbaro Rivas. Y en general todos los autores-ilustradores que he visto
nacionales e internacionales.
¿Qué libro (o de cuál escritor) te
gustaría ilustrar? De
momento me gustaría terminar el que estamos ilustrando desde el Taller
Artefacto, todo lo demás serán regalos bienvenidos. Me encantaría ilustrar uno
propio que está en proceso de maduración, de él están naciendo varias imágenes
ya desde el momento de escribirlo.
¿Con qué personaje literario te
identificas?
Recientemente conocí a Flicts, un color muy particular de autor brasilero.
¿Con qué libro has llorado? Recientemente lloré mucho con el
que estábamos ilustrando, escrito por Laura Antillano, ya lo terminamos, es muy
triste, esperanzador, pero lloré mucho con él. La lista es larga, soy muy
llorona, de tristeza, de rabia y de risa he llorado con estos y con más, pero
es que la lista es larga. El oso que no lo era (Frank Tashlin), El Principito (Antoine de Saint- Exupèry), El
pato y la muerte
(Wolf Erlbruch), Manzanita (Julio Garmendia), La Tejedora (Marina Colasanti), Las venas abiertas de
América Latina
(Eduardo Galeano), 1984 (George Orwell), Historias que se cuentan solas (Chevige Guayque), Chamario (Eduardo Polo), Evitarle
malos pasos a la gente (Armando José Sequera) y Cuentos en verso para niños perversos (Roald Dahl).
¿Qué es lo peor que podrían decir de tu
trabajo? Que es
egoísta.
¿Qué clase de trabajo debes hacer, dada tu
profesión, pero que no te gusta? Intento que me guste todo lo que hago y hacer
todo lo que me gusta.
¿Cuál ha sido aquél trabajo que te salió
tan mal que no quisieras recordar? Tengo la fortuna de rodearme de quienes
suelen salvarme de la necesidad de auto borrarme la memoria, aunque es una
práctica tan común en mí que ya lo hago sin darme cuenta, a veces ya ni es
intencional.
¿Consideras que tienes un estilo? El de quienes me rodean, y el
estilo de adaptarme y mediar entre dos o más personas, técnicas, elementos... Me
encanta convertirme en una suerte de aire que haga posible unir agua y aceite.
O como el color de la luna, que refleja lo que le rodea.
¿Qué sientes cuando estás frente a una
hoja en blanco? Se
siente el mismo susto que al empezar una clase, hay una vocecita mal
intencionada que te dice “Oh no, no sé nada” y terminas dando una clase
maravillosa. Cuando estoy en el Taller doy vueltas, riego las matas, acaricio a
Azar (nuestra perra) y me doy cuenta de las dudas… ¿dibujo o escribo?
¿Qué lugar de tu casa prefieres para
ilustrar? El
Taller Artefacto.
¿Qué te inspira? Las niñas y niños con los que he
podido compartir en los talleres, mi compañero de vida y trabajo, todo el que
pasa por el Taller Artefacto y entiende su visión, quienes me rodean, los
chicos y chicas a quienes doy clases, mis sobrinos y sobrinas. Las comunidades
en las que hacemos las intervenciones.
¿Te gustan los perros? Antes les tenía miedo porque uno
(se llamaba Fido) me mordió cuando defendía al mío (se llamaba Kosovo), aún
tengo la cicatriz en el hombro. Azar me curó la capacidad de jugar con ellos y
el miedo a los ladridos.
¿Te has encontrado alguna vez con una
bruja? Nací de
una y algo de bruja llevo. Incluso a veces me encuentro con algunas y nos tomamos
un café.
¿Crees en las hadas? Mi hermana es una, no es “hada
madrina” pero es “hada hermana mayor”, no tiene varita mágica pero se lo pasa
en salidas de campo con mariposas y todo.
Nombra las tres mejores experiencias como
ilustradora: Cada
una ha tenido su belleza, siempre el trabajo en equipo es una experiencia de
crecimiento, las intervenciones para el Congreso de Páramos en Loja, Ecuador,
con Ramón Pimentel; como apoyo a La Sociedad de Patuá Parlantes, en Güiria; la
Escuela Ilustrada de Flor Amarillo, en Cojedes; Richard León L. y con Luis
Miguel Leiva; el ilustrar los cuentos de mis compañeras y compañeros de taller
de La Letra Voladora y de la profesora Laura Antillano. El ilustrar a cuatro
manos con Virgilio Álvarez textos propios.
Nombra tres libros con los que te has
sentido una lectora agradecida: Historias que se cuentan solas, de Chevige Guayque me ayudó a
entender a mi familia. La Tejedora (Marina Colasanti) me ayudó a entenderme y El
Pato y la Muerte;
El Cielo y El
Principito me
ayudaron a entender a un par de amigos.
¿A quién le darías el Hans Christian
Andersen de ilustración? ¿A quien más lo necesite? El problema sería saber quién es.
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